Y aún así me amas.
Con el dolor del aire
rizado al doblar la esquina
de la calle solitaria,
atravesando la acera ciega
del amor unívoco.
Desde el frío intenso
que congela la mano
de caricias hueras.
Donde no alcanza la piel,
-remoto desierto sin oasis-.
Y me amas
en la arcilla lúgubre
donde van a enterrarse los besos
que murieron sin nacer,
aunque soñados fueron
como un desfile de fuegos fatuos
transformados en versos.
Me amas sin embargo.
Como un páramo
transitado de sueños imposibles.
Un día fuí gacela y otro rosa seca,
sin alma a quien pintarle
un corazón o una sonrisa.
Me amas y en tus prisas ...
se te olvidó la forma de olvidarme.