jueves, 3 de mayo de 2012

De paso...


Iluminé tus lugares
convirtiendo tu desierto
en paraíso.
Pude ser cualquier estrella
navegando en primaveras
de oásis múltiples
en océanos de vacío.
Me convertí en tu leyenda,
haciendo caso omiso
a los ruegos dorados
y a advertencias
que indicaban el camino más prohibido.
Sonamos como una melodía
que hacía cábalas de sueños
buscando la alquimia en nuestros días.
Y fui ave de paso que ostentaba
sobre su frente la corona de la mística.
Del éxtasis que cabe en una rosa.
Parimos sin ruido
el dolor de algún poema...
y marché, perdiéndome en la tarde,
al ritmo que marcaban los ocasos...

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