jueves, 3 de mayo de 2012

La predilecta


Hoy vino a visitarnos el amado...¡con qué primor nos cuida y se desvela!! Acerca su mano deliciosa y nos
acaricia con dulzura, mirándonos extasiado. Somos su harén de niñas mimadas y por su forma de hablarnos
se diría que nos ama a cada una de forma especial y única.
Aún no he sido yo la elegida... pero sé que tarde o temprano se fijará en mí. Yo intento lucir hermosa y
reconozco mi actitud coqueta cuando se acerca, tratando de llamar su atención de mil maneras...
Me inclino,sonrío,hago guiños al sol que hace brillar las lágrimas pequeñas que brotan como perlas cada día en la alborada... y sigo los movimientos del hombre al que amo esperando ver en cada gesto un indicio de que al fin se fija en mí más que en ninguna.
Hoy está especialmente amable y cariñoso. Me dice que soy la más hermosa y un cosquilleo de emoción me recorre como un canto de esperanza.
He muerto y renacido mil veces , pero jamás lo vi tan entusiasmado conmigo como ahora. Me hace albergar una dulce sospecha...
Siempre que se acerca a una elegida emplea ese tono de romántico enamorado que te hace temblar de ansias y deseo.
Algo dentro de mí se estremece y emociona... ¿Será hoy el gran día?
Mi amor se aleja un momento y regresa sonriente con algo en las manos.
Si...lentamente... se acerca... ¡a mí! ¡Oh, Dios, me ha escogido entre todas!
El objeto metálico produce un dolor agudo, extraño... Por un instante me sorprende que tanto amor pueda hacerme daño... pero comprendo que es sólo parte del proceso y no me enfado, en serio... lo entiendo. Le he visto mil veces hacerlo con las afortunadas anteriores a mi.
Nunca regresaron. Pasaron a formar parte de su corte privada e íntima... todo un privilegio que ahora mi amor me concede.
Me toma en sus brazos con delicadeza. ¡No puedo expresar la felicidad que siento!
Me lleva a su castillo donde viviremos felices para siempre... juntos y amándonos.
Se acerca a la ventana y me sorprende ver a una de mis antiguas compañeras de harén languidecida, aquejada de una extraña enfermedad que le ha hecho envejecer y perder toda su belleza. Mi amor la expulsa con un gesto de desprecio que me sobrecoge y me coloca a mí en su lugar con muchísima dulzura.
Me da un poco de pena, lo confieso, y me entristece un instante que alguna vez pudiera ocurrirme lo mismo y me abandone si mi hermosura se ajase.
Pero rechazo pronto esa idea.
¡Jamás mi dulce amado permitirá que nada malo me suceda! El me quiere con locura...
y yo soy su rosa preferida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario