¿No os ha pasado que despertáis a veces en lo mejor del sueño?

No hay amor que abandone
porque dígase imposible,
que en mis sueños brindo flores
a aquel que a mi me fascine.
Y hago a la almohada mi cómplice
que juega a caricias dormidas
y me concede deseos
cuando Morfeo me abriga.
Así pues, le entrego dones
a quien mis sueños inspira.
Sin reparar en doblones,
al pirata que me asalte.
Nunca sabré el desenlace
-pues de soñar no termino-
y antes que acabe el camino
del sueño que así me place,
me despierto -¡qué coraje!-
sin ver el fin que adivino.
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