viernes, 4 de mayo de 2012

Tuya... toda tuya


Mi mano tañe tu música nocturna
en el arpa de fuego
que fue tu cuerpo sobre el mío.
La sonata del amor aún resuena
pululando entre los dos
como un gemido.
Tuya, soy toda tuya
porque nací de tus manos
y me forjaste en el deseo.
Tuya... soy tuya,
sin salida en la maraña
de besos, brazos y escondrijos,
laberintos de la piel, hilos de araña,
enredando tus ganas a las mías.
Me inyectas la savia de la vida,
mil veces poseyendo mi cordura,
perdida, atrapada sin remedio por tu red,
ansiosa y consentida...
Y me hice aire y ola,
prendida la noche de mi ombligo,
besando cada poro renacido
en el oasis que tu pecho reverdece.
Mi boca será la caracola
que te cante al oído cuánto quiero,
y mi flor te ofrece su corola
suplicando que libes hasta en sueños
el néctar del placer que se te otorga
sin miedo ni rubor desde mis senos...


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