jueves, 3 de mayo de 2012

Al final...


Y puede que todo acabe
como acaban los poemas.
Un punto al final de un verso...
y nada más tras el rastro húmedo
de lo que fueron nuestros cuerpos.
Yo derramé mi rosa
sobre tu junco álgido, inhiesto...
estrenándome a la vida,
ofreciendo mi savia como un cuenco
del que tú libaste, aprendiendo.
Te entregué no sólo la piel,
no sólo la carcasa de mis sueños.
Te dí la esencia blanca que me habita...
y hoy me alejo yerma, ya vacía.
Me exprimiste como fruta
que una vez lució jugosa.
Hoy la mitad de mí yace olvidada
con las huellas de tus labios
impregnadas al cristal del alma,
después que el zumo se ha apurado.
De tí me llevaré la pista de tu cuerpo
inscrustada en las yemas de mis dedos.
Contigo fui maestra y aprendiz
y así me marcharé... con la idea de haber sido
tu principio... mi principio...
Y aquella piel donde quise perderme tantas veces
sabrá venir conmigo.
Y tu olor,que impregna todo,
que echó raíces y se hizo enredadera,
quizá no me abandone-y yo no quiera-
y tal vez haya retornos y huídas constantes
de tu mar hasta mi orilla.
Ya no podré librarme-¿quién lo sabe?-
de quien entró en mi vida
poseyendo,abarcando,ajustándose
y se instaló -tirano- para quedarse.

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