viernes, 4 de mayo de 2012

Atardeceres


Atardeces en la sombra de mi piel tartamuda.
Como un árbol que seduce la luz y la secuestra,
abrazada a tus raices con solera
del vino que me embriaga y me enloquece.

Treparé como la hiedra a tu vidriera,
de colores dibujada -y ya borracha-
fingiré que sigo siendo enredadera
en tu cuerpo de roble transmutado.

Buscaré en tus rincones, madriguera.
Anidaré al albergue de tu copa
y será mía la savia y cada hoja
se abrirá como un canto enamorado.

Beberé del rocío que te llora
y haré mío tu sabor tan incrustado,
que ni el viento arrancará de mi refugio
las veces que, asomándose a la boca,
fueron míos tus besos inventados...


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