jueves, 3 de mayo de 2012

Informe buho

TOP SECRET.
“Había una vez tres muchachitas…. “
(los ángeles de Charlie)
El viaje hacia a aquel mundo desconocido y salvaje transcurrió sin incidencias a bordo de la nave nodriza Altarius, pilotada por el comandante Moore del que, por seguridad,no daré más datos., salvo que su experta mano consiguió aterrizar el vehículo-gusano sin incidencias y del que , como se me fue ordenado, me apeé con la misión de mezclarme entre los nativos sin llamar la atención a fin de pasar desapercibida y camuflarme cual camaleón de modo que nadie advirtiera mi presencia.
Arrastré mi kit de supervivencia debidamente equipado con todo lo necesario para sobrevivir en aquel mundo inhóspito y extraño. A saber,,, 1500 camisetas suficientemente escotadas (por si acaso) biggrin, cremas y potingues para renovar el museo de Prado si fuera menester, cámara de fotos (imprescindible) y teléfono móvil para entrar en contacto con mis compañeras de misión y a las que debería localizar a la mayor brevedad.
La consigna era divertirnos lo máximo posible sin causar bajas, y entregarnos a ello con total exclusividad
Las comisiones peligrosas nunca me han acobardado, así que , haciendo acopio de toda mi entereza y valentía me introduje en un extraño laberinto del que debía salir ilesa para continuar mi embajada. No fue fácil, lo confieso. Cuando me ví en aquel dédalo, admito que sentí la natural confusión ante lo desconocido, y comencé a librar una batalla contra la angustia que se empezaba a asentar en mi estómago al ver que ,por más vueltas que daba, no conseguía hallar la salida.
Así pues,decidí tomar contacto con un nativo, reconociendo humildemente mi incapacidad para salir sola de aquel enredo.
El amable ser me mandó hacia arriba… y yo… fui hacia la luz como alma que espera la salvación. Arriba me dijeron que abajo…. Abajo me volvieron a decir que arriba…. El caso es que , después de varios intentos fallidos conseguí alcanzar lo que vino en llamarse “Puerta de Atocha” por la que conseguir acceder a la atmósfera de aquel extraño planeta, que resultó ser bastante similar a la del mío… pero ligeramente más ardiente. Arrastrando mis bártulos, crucé una carretera sorteando peligrosos vehículos sin paciencia y un poco más allá… estaba mi objetivo. Llegué al hotel con ganas de soltar el kit de supervivencia y darme una ducha .
La cosa empezó…. regular. La puerta se negaba a darme acceso al interior de la habitación. El extraño artilugio a modo de llave no me dejaba entrar por más vueltas que le daba, hasta que al fin los hados se apiadaron de mí y pude acceder al interior. Una acogedora habitación que, sin embargo… tenía un defecto. : No había luz. Con la intrepidez que me caracteriza me lancé al artilugio de la mesilla y reclamé a recepción éste pequeño detalle. Con amabilidad que ocultaba un descohonamiento de órdago, la recepcionista me indicó que el mismo artilugio que servía para abrir la puerta se usaba para encender la luz… sólo era cuestión de introducir la tarjetita en la rendija correspondiente (como suele ocurrir con casi todo).
Por brevedad añadiré que la misión se llevó a cabo. Conseguí localizar a mis compañeras. Incluso establecimos contacto con algunos seres autóctonos que nos ayudaron a lograr nuestro objetivo y pudimos divertirnos como era nuestra obligación. Nos reímos mucho, comimos poco, bailamos y, sobre todo… anduvimos. Anduvimos mucho. Anduvimos un montón. Anduvimos … lo que no está en los escritos, vamos. Y luego ya… “andamos” como tontas. Los nativos tenían una frase fija en su vocabulario que conseguimos aprender con facilidad… “Aquí mismo”. Curiosamente el significado de estas palabras es distinto al de nuestro planeta, aunque fonéticamente se pronuncie igual.
El susodicho “aquí mismo”, indica que el lugar al que quieres llegar está a varios kilómetros de donde te encuentras.
Está bien este mundo raro, la verdad. Los nativos son geniales, atentos y con paciencia de enanos. Pero nos transmitieron una extraña enfermedad cuyo primer síntoma es enrojecimiento de ojos. Nos quisieron convencer de que aquello era consecuencia del aire acondicionado y la falta de sueño… pero no coló. También notamos dolor en los pies (en algunos casos acompañados de ampollas) que nada tiene que ver con habernos pateado todo el planeta (algunas veces en círculo). Yo estoy segura que se trata del mismo virus que nos inocularon los entes que nos sirvieron de guía.
El informe continúa más detalladamente. Sirva esta primera entrega como adelanto groso modo de lo acontecido durante la misión.
ADVERTENCIA… ESTE MENSAJE SE AUTODESTRUIRÁ EN 20 SEGUNDOS.
1…2…3…4…

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