jueves, 3 de mayo de 2012

La visita de un Dios (fin del capítulo i)

Era un cuarto no muy grande, circular y con pocos muebles: el catre en el que había estado echado Blay, un par de sillas, una mesa y una chimenea con hogar donde Quilvin preparaba sus pócimas mágicas y sus tisanas curativas.
El mago seguía dando vueltas buscando la mejor forma de hacerse entender por el escritor.
-Lo único que importa ahora es salvar a Kronniak. Y cuanto antes nos pongamos en ello, mejor.- Interrumpió Hulna, entrando en la estancia de improviso. Se había cambiado de ropa y ahora lucía sus encantos con descaro. A modo de corpiño llevaba un peto de metal negro, sin hombros, por el que se adivinaba la curva generosa de sus pechos. La falda era de gasa azul oscuro, con dos aberturas laterales que mostraban sus piernas kilométricas al andar. Llevaba el largo cabello recogido en una cola alta y su único adorno era una tobillera de oro, en el pie izquierdo, con una gema en el centro.
El escritor contempló detenidamente a la mujer, que encendió una lámpara de aceite para iluminar algo más la habitación en penumbra. Se sentía íntimamente orgulloso de haber creado a aquella espléndida criatura. Por un instante tuvo que reprimir un primitivo impulso que se despertó en él frente a aquella mujer hermosa. ¡Blay!, se dijo,¡no seas animal!... después de todo ella es… como tu propia hija.
El repentino sentimiento de paternidad le provocó una sonrisa divertida. Pero en el fondo era algo así. Cuando un escritor crea un personaje, éste se convierte en un hijo, en un ser salido de su mente, su corazón y sus manos. Aunque, a decir verdad, la cosa no se veía tan clara cuando dicho personaje cobra forma tridimensional y te habla y se mueve ante tus ojos como un ser humano normal absolutamente autónomo.
-Quisiera saber cómo. –Blay apartó su arrebato progenitor e intentó centrarse en el maremagno de preguntas que se agolpaban una tras otra en su mente. Hulna colocó la lámpara en la mesa y se sentó junto a él.
-Debes reunir a tus… “héroes”- replicó ella con una sonrisilla irónica.- Y encontrar a Farlow para impedir que destruya el planeta.
Blay supo que el sarcasmo de la mujer obedecía a la animadversión que sentía hacia los “buenos” de su novela. Eran sus enemigos naturales y se habían enfrentado a ella para arrebatarle el poder que ejercía de forma tiránica y obsesiva.
Al principio le sorprendió su aparente alianza con Quilvin, pero comprendía que era su ambición lo que la llevó a buscar al mago de la túnica verde para evitar la destrucción de Kronniak. Sin planeta no había nada sobre qué gobernar y la mujer sabía que Quilvin no rechazaría ni la ayuda del mismísimo demonio para una causa como aquella, aunque sus ánimos y razones fueran de índole muy diferente.
-¿Farlow ha desaparecido? –inquirió Blay-. Yo no he escrito eso.
- Cuando diste por concluida la novela –explicó el mago arrimando la silla que quedaba libre- Farlow averiguó, no sé cómo, nuestras intenciones de conjurar un hechizo para traerte y liberar a Traylor. Entonces decidió ir a tu mundo también, para destruirte antes de que pudiéramos hacerlo. Afortunadamente nos hemos adelantado. Pero ahora él está libre allá, en esa realidad de la que provienes tú… y desconocemos qué está tramando y cuáles serán sus movimientos.
-En ese caso… debo volver y reescribir el final cuanto antes. – Sentenció Blay convencido ya por completo de su locura. La idea de que un ser de fantasía hubiera saltado de su libro y le buscara por su ciudad para matarlo… era tan absurda que … ¡pero qué puñetas! ¿había algo que no fuera absurdo en todo aquello?
-No –dijo Hulna sin dejar lugar a la duda. –Antes debes liberar a Traylor y luego volverás a tu mundo. Él es tu héroe, amigo, pero con Farlow en tu realidad… no puedes escribir nada. Es un personaje que se te ha escapado. Lo hiciste cruel, poderoso… y muy inteligente. Ahora está libre y actúa con una autonomía que no puedes controlar desde aquí. Sólo cambiando el rumbo de los acontecimientos puedes luchar contra tu malvada criatura.
-A ver si lo entiendo. –Blay se levantó y comenzó a pasear intentando aclarar las ideas, mientras sudaba a mares.- Primero… reúno a los amigos de Traylor; segundo… libero a Traylor; tercero… vuelvo a mi…mi mundo… intento traer de nuevo a Farlow y cuarto… cambio el final de esta jodida novela. ¿es así?
-No lo sabemos exactamente –intervino Quilvin con pesar. – En realidad… no estamos seguros de nada. Pero hay que intentarlo.
Blay se desplomó literalmente hecho polvo, sobre el duro catre y tuvo de nuevo esa sensación de náuseas que le provocaba toda aquella demencia.
-En cualquier caso, mi querido muchacho –el mago dejó caer afectuosamente su enorme mano sobre el hombro de Blay. –ahora debemos descansar. Mañana nos espera un largo camino. Hay que actuar rápido… pero con serenidad y en plenitud de nuestras facultades físicas y psíquicas. Y tú… ahora mismo… no estás en el mejor momento.
-¿Y no puedes realizar un conjuro para ver dónde diablos está Farlow y traerlo tú mismo? A mí me localizaste y trajiste sin problemas. –Blay quería quemar todos los cartuchos.
-Farlow tiene el apoyo de las fuerzas místicas de las tinieblas, maese Blay –le recordó el mago. – Tú me dotaste de un poder limitado, mientras que el suyo es muy grande. Él sabe que yo intentaría encontrarle y ha tomado medidas contra eso. Usa un escudo de fuerza protector que yo jamás conseguiría traspasar con toda mi magia.
El escritor se arrepintió en aquel mismo instante de su torpeza por no haber concedido a Quilvin un poder similar, aunque opuesto, al de Farlow. Y se golpeó la frente con brusquedad a modo de castigo. El mago sonrió como si le hubiera leído el pensamiento, a la vez que le transmitía una paz y un sosiego que consiguieron tranquilizar los atormentados pensamientos que se aglomeraban en su mente.
-Ahora intenta dormir –aconsejó el hechicero- .-Mañana pensarás con más claridad.
Pese a todo pronóstico, Blay durmió y descansó placidamente. Tuvo sueños relajantes en los que una hermosa mujer de cabellos negros y espesas pestañas le envolvía en sus brazos y le hacía olvidar que una vez fue escritor en un mundo lejano…

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