jueves, 3 de mayo de 2012

La visita de un Dios


Comienzo a colgar aquí la primera y única novelilla que fui capaz de escribir hasta el final. La hice hace muchos años... y es mala, malísima, pero la escribí para mí y pensando que algún día mi hija la leería. Sólo por su entusiasmo mostrado al leerla creo que mereció la pena. Es de fantasía, por lo tanto, dirigida a un supuesto público juvenil. No garantizo que la colgaré entera... y conociéndome como me conozco... va a ser que no. Sólo hasta que me aburra. Pero bueno.... me apetece y punto. Ea! ahí va.... biggrin


- I -
PESADILLA EN EL FUEGO
“Aquella noche, fuerzas ocultas se conjuraron y el mal tomó forma en las tinieblas. Un ser oscuro inició la extraña salmodia del Apocalipsis final. La destrucción era inminente…” FIN. - ¡Ajajajá! –Exclamó Blay Tello uniendo los folios con gesto triunfal ante su obra recién acabada.- La última entrega está lista, Samuel; ya sólo nos falta que Sonia dé el visto bueno para publicarla. Samuel ahogó un bostezo perruno por toda respuesta, levantó levemente las orejas y volvió a echarse plácidamente en la alfombra sobre la que dormitaba.Blay no prestó atención al gesto indiferente de su canino amigo y fue a la cocina para servirse un buen vaso de leche fría. Regresó al salón donde trabajaba y sentándose en el sofá, levantó su vaso en dirección a Samuel.- Brindemos porque sea un éxito, Sam. ¿Qué te ha parecido el final? Fabuloso… ¿no crees? No recibió contestación alguna, así que optó por tumbarse junto a Sam que le hizo un sitio, complacido. Miró el fuego furioso de la chimenea mientras saboreaba la leche como si se tratase del más exquisito whisky escocés y acarició el lomo de su perro con la mirada perdida en las llamas rojas y malvas. - Vamos, Samy…después de todo no es más que una novela de fantasía- le dijo al can como si éste le hubiera hecho algún tipo de reproche. –Prometo que la siguiente tendrá un final feliz y hasta puede que el héroe sea un perro tan peludo y fanfarrón como tú.Samuel soltó un aburrido “guau” y se enrolló como un ovillo junto a su amo sin mostrar ningún tipo de interés hacia el tema de la próxima historia que escribiría Blay.- Si, viejo amigo, sí…- prosiguió él, sin embargo, en un tono de ensoñación, sin dejar de acariciar al voluminoso animal- . Será un éxito… y prometo que compartiré contigo una enorme caja de galletas. Sam no estaba muy seguro de lo que Blay le decía, pero disfrutaba satisfecho de sus carantoñas, muestra ineludible de que su amo, por la razón que fuese, se sentía contento y eso era todo lo que él necesitaba saber. Súbitamente el escritor se levantó como recordando algo de suma importancia y se lanzó al teléfono con una amplia sonrisa. Hacía años que Blay Tello trabajaba con la editorial “Literatura Dorada” y, prácticamente todo lo que escribía, entusiasmaba a Sonia Lago, su flamante editora y amiga. Casi sin mirar (había marcado tantas veces ese teléfono que su dedo índice sabía de memoria el espacio exacto de los números) llamó a la editorial, ansioso de entregar su último capítulo de “El azote de Kronniak”.- ¿Sonia? –esperó la respuesta- . Ya está. Mecanografiado y firmado.Su editora había intentado mil veces introducir a su escritor favorito en el siglo XXI, pero Blay se negaba a usar ordenador. Prefería utilizar una vieja máquina de escribir que había pertenecido a su abuelo y a la que mimaba como una auténtica joya, conservándola en perfecto estado.- ¡Biennnn! –exclamó una voz transparente al otro lado del teléfono- . Genial. ¿Qué final le has puesto?- ¡Hey! Es un secreto. ¿quieres leerlo ahora mismo?- ¡Oh, vamos, Blay, dime cómo acaba! –suplicó Sonia haciendo pucheros que Blay pudo imaginar a través de la línea.- Te espero en mi casa dentro de quince minutos y lo leeremos juntos. –Sentenció el escritor colgando el aparato; un teléfono con tanta solera como la máquina de escribir, también de su abuelo y que era un armatoste negro y grande al que Sonia llamaba “el audífono” porque, aseguraba, se parecía al que usaban los “Picapiedras”.Veinte minutos más tarde Sonia Lago se sentaba en el sofá marrón de Blay Tello, con una taza de café en una mano y unos folios escritos a máquina en la otra. No levantó los ojos de la novela ni dijo absolutamente nada hasta el punto y final.- ¡Blay Tello! –exclamó cuando leyó FIN, clavando sus ojazos azules en el sorprendido rostro del escritor. - . ¿Cómo has podido hacer una cosa así? - ¿Qué cosa? ¿es que no te gusta?- ¡Claro que me gusta! –gritó la pelirroja echando chispas ante el cada vez más sorprendido Blay- . ¡Claro que me gusta! Pero… ¿cómo puedes cargarte todo un planeta, hacer desaparecer a los personajes después de tantos capítulos compartiendo aventuras con ellos… y quedarte tan tranquilo?- ¡Vamos, nena! ¡no es más que una novela de fantasía!. –Intentó disculparse el escritor sin saber muy bien por qué. Su editora desvariaba, sin duda. Naturalmente que le halagaba aquella pasión que su historia había despertado en ella, pero su reacción le parecía absurda y desproporcionada. – Hay cientos de libros y películas estupendas que terminan fatal… - Blay rebuscó en su memoria.- … ¡Titánic! … sin ir más lejos…- ¡Eres un maldito hijo de…! –Sonia paseaba furiosa por el salón, como una auténtica energúmena, ante la mirada atónita de Blay y la sorpresa de Samuel que había buscado refugio tras el sofá, por si caía algo también para él. –Escúchame – prosiguió la chica- No puedes hacer desaparecer al bueno de Traylor y quedarte tan tranquilo.¡ No pienso consentirlo.!- ¿Consentir? ¡Espera un momento! Yo soy el autor, ¿recuerdas? ¡Tú no tienes que consentir nada!- Cambia el final. –Ordenó ella dando por concluida la discusión y recogiendo su abrigo.- No.- ¡Muy bien!. –Sonia tiró los folios al sofá y se dirigió a la puerta-. Si no cambias ese maldito final… no cuentes conmigo para editar tu novela. Ya estaba en la escalera. Parecía haberse calmado un poco cuando pulsó el botón del ascensor.- Lo siento, Blay, pero después de haber acompañado a todos tus personajes por miles de peligros y compartir sus andanzas… ningún lector aceptará ese final tonto y cruel que has decidido. Es injusto.- ¡Sonia! – Blay no podía creerlo. ¡estaba loca! La mujer soltó un resoplido de indignación al tiempo que se abría el ascensor. Mientras descendía, Blay la oyó gritar.- ¡Te devolveré el resto de tu bazofia mañana a primera hora! Puedes pasar por mi despacho para recibir tu finiquito. Blay dio un portazo y se dejó caer en el sofá incrédulo y aturdido, desparramando los polémicos papeles por la alfombra. - ¡Maldita sea! No pienso cambiar ni una coma. Si “Literatura Dorada” no quiere saber nada de mí… que se vaya al diablo. Más de un editor sueña con publicar mis libros. No me costará lanzar “El azote de Kronniak”. ¡y sin tu ayuda, jodida pelirroja!Samuel soltó un gemido y fue a sentarse a los pies de su enfadado amo, seguro de haber hecho algo malísimo por lo que merecía estar siendo reprendido de aquella forma.- No, muchacho, no estoy enojado contigo. –Blay acarició el enorme cuello del san bernardo, intentando tranquilizarlo. Se sentía absolutamente confundido. Traylor y sus amigos habían cumplido su misión, pero Kronniak tenía que ser destruido. Estaba escrito. Bueno, lo había escrito él y no tenía por qué ser de otro modo. Cruel o no, era su historia. Tal vez empezaba a sentirse un poco culpable, pero él había querido que todo se desarrollara tal y como se escribió en esas condenadas hojas de papel mecanografiado a doble espacio. Ni más ni menos. Un escritor era algo así como un dios. Imaginaba una historia y creaba unos personajes para vivirla. Y eso era suyo. Enteramente suyo. Podía manejarlos a su antojo. Tenía plena potestad para hacer y deshacer. - ¡Eres un maldito asesino! –se sorprendió riñéndose a sí mismo después de que la enésima cerveza discurriera por los secretos senderos de su intestino- . ¡Hulna es tan hermosa! Malvada… pero hermosa. ¡Oh, mierda! Yo soy el autor. Yo he creado ese condenado planeta…¡y puedo destruirlo cuando quiera!Su boca gritaba, pero sus ojos se perdían inexpresivos en las llamas violetas de la chimenea… xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
¿CONTINUARÁ...? eek (Uins... qué rara ha salido... si alguien sabe cómo arreglarlo... que me lo diga, plis. Yo no la tenía así)

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