No se te ocurra huir.
No te escabuyas.
El tiempo se ha partido ya.
No puedes irte ahora.
El alma se ha encogido
y la guardo pequeñita,
arrinconada en el desván
del asombro.
Mira con ojos asustados,
como niña sorprendida
que no establece medidas
ni peso absoluto
a un regalo inesperado.
No te vayas ahora
que la escalera ha llegado al cielo
y he bajado estrellas sin contarlas.
La aurora me ha cogido por sorpresa
y apenas escuché a la luna
que de mí se despedía.
No te vayas ahora
que he rozado el azul
con dedos temblorosos,
arrancándole suspiros a la noche
con cada lucero fugaz que le he robado.
Y sin embargo te vas...
y lo presiento.
Sonó tu adiós como un beso en la frente.
Se desató mi corazón sin previo aviso,
a punto de estallar tan desbordado.
No soy la misma ni tú eres el de antes,
pero aposté por un sueño rescatado,
sin proyectos, sin análisis...
tan sólo con la idea de vivirlo y disfrutarlo.
Se me rompió el jarrón y nuevamente
volví a ser la flor de un día
que luce su belleza y su alegría
para morir de sed... lánguidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario