Y despierto de un sueño amordazado.
Columpiándome en la vigilia
del tiempo que se escapa.
Guardando en la buhardilla los regalos
que no quise aceptar
y haciendo caso omiso
a la insistencia de la vida.
Sus pormenores me los callo.
Total... apenas son susurros
que malmete a la verdad contra mi oído.
Y desde el corazón, oigo y olvido
porque es su longitud la de guadaña.
Y quiere la inquietud meter cizaña
cuando amarro tus silencios a los míos.
Aposté fuerte en la jugada y no hay certeza
que valga un sacrificio tan amargo.
Aquí están mis manos, sin embargo.
Dúctiles, abiertas y entregadas...
Dispuestas a alcanzar lo que regalas.
Sin preguntas. Amantes generosas.
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