He disfrutado junto a Suzanne el placer de lo sencillo, el mundo maravilloso más allá de su ventana. He repartido comida a las palomas junto a la señora judía, he paseado por el parque sobre las hojas secas, he escuchado emocionada la voz desgarradora del Camarón, me he reído con las Gordas…
Me he visto reflejada en tantas cosas! Sentimientos, usos y costumbres, experiencias, manías varias y recuerdos…
Al final jugaste la partida de cartas… y te he ganado yo. El premio ha sido este pequeño tesoro que he devorado en dos tardes (para mí tiempo record, te lo aseguro, porque me suelen durar más de un mes. Me gusta leer por las noches... un par de páginas y ya estoy dormida. Pero tomé tu libro una tarde con la intención de echarle un ojo.... y ya no pude parar) No podía dejar a Susanne leyendo sola en su sofá o escribiendo en la mesa de la cocina. Tenía que compartir sus momentos… no fuera a perderse por el bosque en mi ausencia.
Tenía pensado decirte muchas, muchas cosas. Las miles de sensaciones que me has provocado. Pero no soy tan buena hacedora de palabras. Y las que se me vienen a la cabeza se van volando si no tengo a mano un bolígrafo… y se pierden para siempre en el limbo blanco de lo nunca escrito.
También había pensado decirte todo esto en un privado… pero después me dije ¡qué carallo! ¿y por qué no hacerlo público? Después de todo es una propaganda bien merecida de esta maravilla rectangular llena de mil historias en una.
Gracias, Lourdes. Gracias, niña-llavero.
Gracias por escribir. Gracias por dejarnos invadir el mundo de Suzanne. Ya te estás poniendo con la siguiente…
¡JuanRamónJiménezmuéretedeenvidia! J
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