jueves, 3 de mayo de 2012

La venganza

Lo haría. No había trazado ningún plan previo. No había estudiado todas las posibilidades, ni siquiera se planteó los inconvenientes o imprevistos que podían surgir. Pero hacía demasiado tiempo que aquella idea anidaba en su cabeza sin atreverse a materializarla. Y hoy, de repente.. se levantó con aquella resolución y ya nada podría pararla.
Caminaba con la vista fija al frente, sin mirar en realidad. Como si un mecanismo interno la hiciera avanzar hacia su destino programado… como si sus pies conocieran el camino de forma autónoma y el resto de su cuerpo se limitara a obedecer, simplemente.
Su mente no participaba en el proceso. Su única idea era mirar la cara de aquel cerdo con expresión de sorpresa al verla aparecer.
¿Cómo imaginar que , después de tantos años ella se presentaría allí, en su trabajo… en aquel sótano oscuro rodeado de coches….? De coches.. y puede que de algo más. La gente.. No había pensado en la gente que estaría guardando sus compras.. entrando y saliendo del comercial…¿Se podía ser más estúpida? ¿Acaso creyó que las cosas iban a ser tan fáciles como llegar hasta allí, decirle adiós cabrón…no me joderás más la vida, quitarle la pistola y dispararle un tiro entre ceja y ceja..?
Vale, era una locura, una gilipollez , pero es que nunca hasta ahora se había atrevido a mirarla. A ella, a su niña… le había cedido el paso al entrar en el comercial hacía dos días.. se había atrevido a decirle”pasa,guapa”. Ese cabrón le había hablado a su hija, su niña, su princesa … Pero ella se encargaría de mantenerla a salvo. Lejos de él. Nunca más volvería a olerla siquiera.
No consentiría que la historia se repitiera. Recordaba cada instante en que aquel hijo de puta había sobado su cuerpo siendo niña. Había crecido con el recuerdo de sus bofetadas. De su persecución por toda la casa… Ahora… casi cuarenta años después el cabrón había hablado con su hija. Le había puesto una mano en el hombro para cederle el paso…No importaba que no tuviera ni idea de que esa jovencita fuera la hija de aquella otra niña a quien destrozó la vida. No. No importaba. Era la excusa perfecta para acabar con él… y enterrar por fin su pasado.
Entró en el aparcamiento del comercial y lo vio en seguida. Con su uniforme de guarda jurado, su porra, la gorra ocultando levemente el rostro con la visera…. Había gente aparcando y otras guardando la compra. Pero se fue hacia él con paso decidido y el odio en la mirada, intacto después de tantos años…
 

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