jueves, 3 de mayo de 2012

Mi primer amor

Y bueno… no es que me sienta exclusiva… pero yo sabía que aquella mirada era para mí. Nuestras aulas estaban divididas por paredes de cristal. Así le descubrí. En aquellos cinco minutos de descanso entre clase y clase. Mari Carmen y yo le habíamos echado el ojo ya. Aquel muchachito de flequillo rebelde y labios carnosos nos llamó la atención enseguida. Sonreía al mirarnos… (al mirarme, aunque le pese a Mari Carmen) Estaba claro… sus ojos, increíblemente hermosos, sólo eran míos. biggrin
- Ho…hola – tartamudeó un día que me lo crucé (deliberadamente, lo confieso) en el pasillo de la academia. ¡Dios mío! ¡¿tartamudo?! No. Tímido, nervioso. Normal…. Cuando te decides a hablar por primera vez a la chica que te gusta, la lengua se te traba y el corazón te bombea más fuerte.
-Hola –respondí con la mejor de mis sonrisas.
-Te… tengo lentillas blandas.- Informó. ¡Caramba! ¡Qué interesante! Aquel rubito tenía lentillas blandas… ¿habría una forma más absurda de entablar conversación? A pesar de todo me resultó encantadora tanta torpeza.
Volví a mi aula destornillándome de la risa… Corrí hasta Mari Carmen con la gran noticia del problema ocular del “flequillitos “ que nos había gustado a través del cristal.
-¡¡¡Que te ha hablado!!! – exclamó envidiosa- Bueno…. Pues ya sabes que es miope. Bah!! ¡defectuoso! Ya no lo quiero. Te lo dejo para ti.
¡Ja! ¿Qué me lo deja para mí? ¿Qué me lo deja? Vamos, hombre…. Se retorcía de la envidia. El rubiales no se había fijado en ella, sino en mí…. Y… ¿quién sabe? Hmmm tal vez de aquel tartamudo se pudiera sacar alguna que otra conversación más interesante. ¿Conversación? Aquel muchachito no había sido hecho para hablar. ¿Y a quién le importaba?
Dos días más tarde ,Curro (así se llamaba, ¿qué le vamos a hacer?) y yo, tuvimos nuestra primera cita. Hablaba poco, lo reconozco… pero lo decía todo con sus preciosos ojos miopes color miel.
Entre nosotros se estableció pronto una corriente de energía misteriosa. Como si nos hubiéramos estado buscando a través de muchas vidas. Sus ojos… sus increíbles ojos miopes hablaban desde una profundidad que jamás podrían alcanzar las palabras. .Nada mejor que el parque para enmarcar aquella historia emergente, insospechada. Una historia que sería de algún modo para siempre, eterna… Y los patos del lago y las palomas, fueron testigos del nacimiento de mi primer gran amor.

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