domingo, 6 de mayo de 2012

PAGINA 4

El regalo
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Hay una paz que me sugieren
los amaneceres rojos a ras de los juncos.
Como un ojo rey que vigila
el despertar feliz que huele a campo,
el sol me mira grande, diciendo buenos días.

Invita a respirar profundo y complaciente.
A sonreir al cielo que asoma despeinado
de grises y malvas,desperezando nubes finas.

Hay legañas en las higueras
y rumor de sueños en las garzas
que azotan con sus alas la flor de manzanilla.

Saluda el aire frío las hojas de la encina,
otorga aroma nuevo el rocío
a la alfombra verde que a mis pies se inclina sin romperse.

¡Qué amanecer hermoso se me otorga!
¡Qué único legado adquirido sin dolor!

Está diciendo hola la mañana.
La música del tiempo nos despierta.

La rúbrica del día se engalana...
como un regalo de Dios.



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Impurezas...

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Escribo para mí.
No quiero besos.
No busco el halago
o la música feliz
que emiten los aplausos.

Mi piel no es vanidad,
ni pongo en venta
cada jirón colgado en mi poesía
como galón ganado a pulso
que he parido,
y he muerto y revivido en cada herida.

Y mezclo.
Y doy patadas.
Y ensucio los ojos del purista...

¿y a mí qué?
Si no pretendo.
No aspiro.
No quiero aprender
del orden ni del ritmo
de aquellos corazones enjaulados.

No quiero rimar cuartetos por un lado
ni tercetos a golpe de martillo.

Si a mí me llora un corazón de locos rizos
que mezcla y alborota cada verso
y arrítmico me dicta sus latidos.


Yo no quiero cadenas oxidadas
que otros decidieron como reyes.
Si ellos son felices con sus leyes
no seré pescado entre las redes,
ni perderé la libertad
que hallé en el río.

Me iré con Espronceda -allá en la popa-
surcando las estelas de los mares
y gritaré mis aires de pirata
y retaré a los dioses inmortales.

No pediré perdón por mi poesía...
mas moriré matando porque un día
me encuentren las sirenas desatada,
-el alma destrozada por la espada-
desnuda ¡rota! ... pero libre.




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No es poesía

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Que no es poesía, no.
Que es sólo el hueco que me queda
cuando quiero respirar... y surge un verso.

Que no es poesía.
Que es sólo el alma hecha trocitos,
derramada de amor en un poema.

Pero no hay afán de hacer poesía.
Sólo armar retazos -que si callar lo hiciera-
un corazón,sin duda, pararía.
Y el aire que me falta cuando siento
es vida que recibo al escribirla.

Que no es poesía,no.
Que es sólo aliento.
La pluma embarazada-yo diría-
de duda,amor y miedo en la palabra.

Propósito de enmienda
o seguimiento
del ritmo que se marca cada alma.
Martirio,confusión -tal vez lamento-
angustia tan vital por no saciada.

Que no es poesía,no.
Tan sólo siento.




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Epílogo...

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No me abundan las penas -lo confieso-.
Ayer -quizá- fui un alma errante
que vagaba entre las sombras y un cortejo
de fantasmas ululantes tenían por mí
querencia y compañía.

Mas hoy se alegra hasta la herida
que está cicatrizada y no supura
más humor que aquel que da la risa.

Vertí sobre la hiel tu miel espesa.
Calientes el hogar y la camisa
que viste y se consuela junto al fuego,
ardiendo -ya sin miedo- cual promesa.

Y yo -que he sido un exiliado de la dicha-
retorno a mis espacios convergentes
y estoy leyéndome el epílogo sin prisa.
La historia más hermosa y más ardiente
que jamás podría ser contada.



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Encuentro fortuíto

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Te resulta fácil sacudirte el polvo de los ojos. Miras hacia atrás con una brisa marina empapando tus pupilas, aunque aseguras que es esa mota inoportuna, siempre tan recurrente en estos casos.
El azar -o vete tú a saber qué extraña confabulación del destino y sus velas negras- ha querido reunirnos en esta acera casual, de una calle cualquiera tantas veces transitada por ambos y que nunca antes nos había hecho coincidir.
Y hoy, por esos imprevistos del destino,-bromas de algún genio juguetón, o yo qué sé- te tengo frente a mí con tu sonrisa fresca y tus ojos acuosos, delatores.
No diré que estás igual. El tiempo nos marchita con esa mala leche inevitable. Pero sigues tan hermosa como siempre. Tu rostro aniñado te ayuda como un brebaje antiedad que te hace parecer más joven.
Conmigo, lo reconozco, Cronos no ha sido tan benévolo.
Crecí a lo ancho y espero que también hacia dentro.
Me dejé la barba, ya ves.Canosa y espesa. Mis hijos dicen que me da un aspecto de profesor sabio y mi mujer asegura que parezco un patriarca bíblico.
Sé que tú me recuerdas con el vigor de los veinte años. Con esos músculos que te gustaba abrazar y un flequillo rubio y rebelde.
Yo te recuerdo más delgada. Cuando tu cuerpo no tenía la huella inequívoca del embarazo. Cuando mirabas a través de mis ojos y reclamabas palabras de amor en las que siempre fui torpe.
"Te amaré siempre"-decías. ¿Te acuerdas?
Yo no sé si has cumplido esa promesa. Pero veo, por tus piernas temblonas y tus manos que empiezan a sudar, que algo queda de toda aquella vorágine de sentimientos. Cuando nuestras hormonas bullían en plena efervescencia adolescente. Cuando descubríamos todo. Cuando el amor nos calzaba alas y creíamos que "los parasiempres" eran posibles.
Ha pasado mucho tiempo... y no sé por qué, pero te presiento de algún modo mía.
Jamás olvidé un cumpleaños. Y sé que tú tampoco, aunque nunca nos felicitásemos. Y que lloraste cuando supiste de mi boda y de mi primer hijo. Y que me maldijiste cuando yo te pedí que no te casaras. ((Nunca entenderé el por qué de mi cobardía. Por qué no luche por ti para impedir esa boda y dejé que fueras tú la que decidieras por ti misma que era imposible recuperar nuestro tiempo).
Sigues oliendo a flores frescas y a rocío. Sigues mirando con un brillo singular desde tus ojos verdes,que tanto amé...
Me alegro de verte.
Tú también.
Volvemos a vernos dentro de otros veinte años.
Tal vez...




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Huellas peregrinas

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Dejé de llorar y sin embargo...
hay una sombra de duda
que siempre habitará en el aire.
Como el rumor que le queda al mar
después que huyó la tormenta.
Como el rugido del trueno
cuando el relámpago hirió en zigzag
la espesura de la noche.
Como el recuerdo de un beso
en los labios de un amante.


No hay amor peregrino
que no deje su huella
en la playa hambrienta de pisadas y recuerdos.
Y escribe -cual pergamino-
las andanzas núbiles de quereres que no fueron
y ensayos destinados al fracaso
que otorgaron experiencia.
Allí se marcarán los posibles
que dejaron al futuro con su intriga.

Ya no lloro. Mas no sé
si retornarán las lluvias
en esta Primavera instalada que me arropa.
Nada está firmado en la certeza.
Nada se esculpió sobre la roca eterna -imperturbable-
que firme permanece en la marea.

Y aquellos que pasearon por mi arena
-Aquellos que pasaron con glorias y con penas-,
están -aunque no estén- porque su estela
dibuja líneas incrustadas de memoria
y son parte de mí y de mi historia,
y alguna se firmó con triste llanto.

¿Y quién puede apostar por lo que venga?
¿quién ha de rubricar con sangre la sentencia
de que una vida puede ser tan inmutable?

Mis lágrimas ya son un lago seco...
pero hay rumor de dudas en el aire.



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Del interior del caos

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De espacios oblicuos me regreso.
Con las alas mordidas
y muescas en el alma
de tanta culpa obesa y sin sentido.


Se me alzan remolinos de plazos muertos.
De tiempos grises y anodinos
y los quiero desterrar y los olvido...
pero vuelven como olas de crestas asustadas.


Hay pájaros roncos de tanto grito inútil.
-Y me taparán los montes y me cubrirán las sombras-
y volveré a la cueva del recuerdo
por más que le desate las sandalias al pasado.


Existe un rincón blando -sin embargo-.
Una canción de cuna que duerme los pretéritos
para yacer sin miedo de esta herida.

Me abrigará el valor y adornaré mi pecho
con la medalla olímpica al descenso de barrancos.
Y soñaré - sin llagas ni lamentos-
que acabo de nacer... completamente blanca.





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Para que sepas...

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Te diré
que pienso en ti como el azar
que juega a ser mar
y te trae en la cresta de una ola
como un recuerdo breve, pero intenso.
Y sabrás que no estás solo en tu destino
ni fuiste un dibujo gris de mi pasado.


Te diré
que pienso en ti como la roca
que mira el infinito, -sólida y de carne-.
Como una bestia firme oteando el horizonte.

Te diré que estoy pensando en ti
para que nunca mueras
ni de viejo ni de olvidos.
Para que existas -y lo sepas-.
Para yo saber que existo.

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