jueves, 3 de mayo de 2012

Primavera (diario de Marieta III )

Diario de una adolescene.


Querido Diario:

Me siento como un clavicordio desafinado. Roto, mÁ¡s bien. No entiendo quÁ© ha pasado. De verdad que no lo sÁ©. Fue todo tan rÁ¡pidoá?¦ Seguro que hice algo mal. Pero no fue mi intenciÁ³n.
VeÁ­amos camisas para Á©l. Yo buscaba por un sitio y Roberto por otro. (Á¡Dios mÁ­o! Á¿te das cuenta? Ya hago cosas de mayor. Á¡Á¡Yo, eligiÁ©ndole camisas a mi novio! Cuando lo que en realidad me apetecÁ­a era ir a jugar con Susana y su scalectrix á?¦)(buenoá?¦ no sÁ© si se escribe asÁ­)
El caso es queá?¦ mientras rebuscaba entre las camisas , vi una que me gustÁ³ y le dije : á??mira, enano, aquÁ­ hay una bonita!.
DespuÁ©s de Á©soá?¦ fue todo confusoá?¦ El mundo se volviÁ³ como una gran vesania. Mi cabeza girÁ³ como una pelota loca y sin sentido. Fue un instante de desconcierto que casi me hace perder la conciencia. Me recuperÁ© enseguida, pero cuando intentÁ© analizar lo que aquel majadero habÁ­a hecho ya no era la misma. El dependiente se quedÁ³ mudo. Nos miraba con gesto de sorpresa, sin entender muy bien quÁ© habÁ­a pasado. No hizo ni un gesto para defenderme. Á¡Á¡Me sentÁ­ tan sola y avergonzada! Á¿Por quÁ© me golpeÁ³ Roberto tan fuerte? Un buen pellizco quizÁ¡ habrÁ­a sido suficienteá?¦ no sÁ©. La culpa es mÁ­a. No debÁ­ llamarle enano. Aunque no quise ofenderle. De verdad, te lo juro.

Salimos de la tienda en silencio. Mi cara ardÁ­a y la lÁ¡grima se quedÁ³ a mitad del camino. SÁ³lo un nudo en la garganta y un bloqueo mental que me impedÁ­a articular palabra.
Roberto me pidiÁ³ disculpas de mil formas con la promesa de que no volverÁ­a a ocurrir, pero me rogaba que le dijera algo, que reaccionara, que no siguiera callada. Me parÁ³ en medio de la calle para besarme mientras insistÁ­a en pedir perdÁ³n. Me dejÁ© hacer por cobardÁ­a. Me daba miedo negarle un beso. Su lengua evolucionaba dentro de mi boca en una caterva de movimientos sin control hasta que me hizo sentir nÁ¡useas.
No fue hasta la noche que pude romper el llanto, haciÁ©ndome el firme propÁ³sito de mandarle a la mierda. Esta vez sÁ­. Me da igual lo que diga mi madre. Me da igual que sea un chico estupendo. Me da igual que me castigue sin salir. Me da igual que la gente pueda decir de mÁ­ que soy una cabra loca y una fulana que cambia de novio como de bragas.
Mi madre me escuchÁ³ llorar y me ofreciÁ³ una tila. Siempre lo arregla todo con tila. Claro que no le contÁ© lo que habÁ­a pasado. Me muero de vergÁ¼enza si se lo cuento.

Á¡Á¡Vaya por Dios!! Una pelea de novios á??dice con una sonrisa cÁ³mplice - es normal. MaÁ±ana harÁ©is las pacesá?¦ y todo seguirÁ¡ igual.

SÁ­á?¦ todo seguirÁ¡ igualá?¦ menos yo

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